martes, 18 de julio de 2017

Escenas Míticas: 2ª Guerra Mundial - La lista de Schindler




   Muchas dudas he tenido sobre incluir esta gran película en un ciclo que toca la parte bélica de la 2º Guerra Mundial. Ésta podría haberla metido en uno más específico sobre películas sobre el Holocausto. Quizá algún día, pero mientras tanto, este tema, nos guste o no, también forma parte de ese fatídico periodo de la historia.




   Si decía que con “Salvar al soldado Ryan”, Spielberg se sacudía la etiqueta de blando a manotazos, anteriormente se había sacudido la de director exclusivamente comercial con este título. Uno de los mejores, muy probablemente, de la historia del cine pues en muy pocas ocasiones el reconocimiento de la crítica ha sido tan unánime.



   Y es que “La lista de Schindler” era la película que el “rey Midas” de Hollywood les debía a sus orígenes, que no son otros que los judíos. No en vano, el propio Spielberg perdió a parte de su familia en el Holocausto. Sin embargo, su judaísmo no fue algo que al director le gustara reconocer y fue con 46 años cuando se vio con la madurez necesaria de asumirlo y pregonarlo a los cuatro vientos.


   Para ello nos contó la historia de Oskar Schindler, basada en la novela de Thomas Keneally, “El arca de Schindler”, donde un inicialmente ambicioso empresario alemán, miembro del Partido Nazi, se aprovechaba de la situación utilizando como mano de obra a judíos de centros de trabajos forzados. Sin embargo, Schindler desarrolló tal apego por ellos que se empeñó en impedir que acabaran en campos de exterminio llegando a salvar 1100 judíos polacos de la muerte.



   Spielberg logró una de las películas más desgarradoras que se hayan filmado jamás. Se lo mire por donde se lo mire es un film extraordinario, sin ninguna clase de fisuras. Son tres horas y cuarto de los que no sobra ni un minuto. No obstante, a título personal, es de las que más me cuesta ver y me he tenido que armar de mucha voluntad para revisionarla.



   La fidelidad histórica y realista no estuvo reñida con la creatividad estilística y artística del director norteamericano. El uso del blanco y negro, a pesar de estar entrados los noventa, realzaba la sensación de tristeza, sufrimiento y dolor, entre las cuales introducía algunas imágenes a color. Unas imágenes que no necesitaban acompañarse de texto para expresar por si solas.



   A pesar de no ser un producto de objetivo comercial salió tremendamente rentable, como muestra su escasa inversión de tan solo 22 millones de dólares y su recaudación de 320 en taquilla. Spielberg volvía a convertir en oro lo que tocaba. No se quedaba ahí la cosa, logró además siete Oscars (dirección, película, guión adaptado, fotografía, banda sonora, montaje y dirección artística).



   Sin embargo, ninguno de ellos recayó sobre alguno de los miembros de su excelente reparto, con sendas maravillosas interpretaciones de Liam Neeson, Ben Kingsley y Ralph Fiennes. Neeson perdió ante Tom Hanks en “Philadelphia” y Fiennes contra Tommy Lee Jones en “EL fugitivo”.


   Gracias a esta película, a la envergadura de su llegada al gran público en honor a su director, el Holocausto jamás volvería a ser visto en el cine de la misma manera. Ese es el homenaje que le brindaba a las víctimas y el agradecimiento a una figura como Oskar Schindler.

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